Exposicion: "¿Conociste a Florencio Izuzquiza?" fotografias de Rafa Izuzquiza.
Inauguracion: JUEVES-10 a las 20:30 h. Fechas: del 10 de abril al 16 de mayo de 2008.
Texto:
¿qué ves? Veo el azul imposible del cielo y alguien que no se quiere ir de este mundo. La sencillez resulta lo más grande. Veo que la tierra lo tiene todo pero que no lo sabe uno ver. Veo el cuerpo de una mujer , aunque no sea la mía, y adivino la belleza sin tener que poseerla. La luz me ciega mucho más que me ilumina o aclara, por eso tengo que cerrar tanto los ojos, para ver. Uno sólo necesita andar y respirar, para vivir con pasión. Andar y respirar.
¿qué ves? Veo pobreza, material y sobre todo espiritual. Confusión, veo tanta confusión. Veo tu ojo en mí. Tus entrañas en mi interior, sin haberlo percibido. Veo que uno es uno, pero ante todo, no es uno. Y no se cómo explicártelo. Veo que no hay frontera entre lo que llamamos amor y el dolor. Tampoco con la llamada felicidad. Veo ausencia, una vida de ausencias. Vero el pálpito de tu corazón y el tiempo, que es sólo una excusa para tratar de ver sin ver lo más mínimo. Y que las heridas no significan tanto, no significan nada, cuando cierras los ojos y ves. Veo, te lo he dicho, el azul imposible del cielo. El cielo y la tierra, y el mar y mi madre, que no es mía pero que fue inmensa y que yace aquí, dentro, viva y amorosa, perdida en sus ansias de entregarse sin entregarse.
Y me pregunto si se entiende algo. Me pregunto qué ves. Desde aquí, rodeado de madera, de maderas y de silencio, de silencio y de cristales, de cristales y de música, de música y de palabras, de palabras y de cochinas buenas intenciones. Como los tontos. Y, me pregunto, qué hace que nos conozcamos o que nunca topemos, el uno con el otro. Y me pregunto porqué resulta tan difícil abordar y aceptar a otro en su diferente totalidad. Me pregunto si me acompañará el silencio sereno en el último hálito. Me pregunto cuál será tu rostro, qué emoción, o que falta de ella, empañará tu amado rostro. Me pregunto infinidad de pequeñeces y si por ellas merece la pena una vida. Me pregunto sobre perder o ganar, tiempo. Me pregunto sobre los hijos que no he tenido. Me pregunto sobre la tierra yerma.
Preguntas sin respuestas. Ojos que no ven, que nunca vieron. Me pregunto si te llega mi pequeño amor que nunca se expresa, agazapado entre zarzas, abrazado a mi bicicleta de niño. Me pregunto, preguntándote, ahora que no estás más, que ya nunca estarás. Me pregunto porqué la vida quiso que coincidiéramos, que fuéramos hermanos, amantes, hijos, padres. Porqués y porqués entre los ojos que no ven.
Y me pregunto qué éter circula por el aire translúcido.
¿qué ves? Veo el azul imposible del cielo y alguien que no se quiere ir de este mundo. La sencillez resulta lo más grande. Veo que la tierra lo tiene todo pero que no lo sabe uno ver. Veo el cuerpo de una mujer , aunque no sea la mía, y adivino la belleza sin tener que poseerla. La luz me ciega mucho más que me ilumina o aclara, por eso tengo que cerrar tanto los ojos, para ver. Uno sólo necesita andar y respirar, para vivir con pasión. Andar y respirar.
¿qué ves? Veo pobreza, material y sobre todo espiritual. Confusión, veo tanta confusión. Veo tu ojo en mí. Tus entrañas en mi interior, sin haberlo percibido. Veo que uno es uno, pero ante todo, no es uno. Y no se cómo explicártelo. Veo que no hay frontera entre lo que llamamos amor y el dolor. Tampoco con la llamada felicidad. Veo ausencia, una vida de ausencias. Vero el pálpito de tu corazón y el tiempo, que es sólo una excusa para tratar de ver sin ver lo más mínimo. Y que las heridas no significan tanto, no significan nada, cuando cierras los ojos y ves. Veo, te lo he dicho, el azul imposible del cielo. El cielo y la tierra, y el mar y mi madre, que no es mía pero que fue inmensa y que yace aquí, dentro, viva y amorosa, perdida en sus ansias de entregarse sin entregarse.
Y me pregunto si se entiende algo. Me pregunto qué ves. Desde aquí, rodeado de madera, de maderas y de silencio, de silencio y de cristales, de cristales y de música, de música y de palabras, de palabras y de cochinas buenas intenciones. Como los tontos. Y, me pregunto, qué hace que nos conozcamos o que nunca topemos, el uno con el otro. Y me pregunto porqué resulta tan difícil abordar y aceptar a otro en su diferente totalidad. Me pregunto si me acompañará el silencio sereno en el último hálito. Me pregunto cuál será tu rostro, qué emoción, o que falta de ella, empañará tu amado rostro. Me pregunto infinidad de pequeñeces y si por ellas merece la pena una vida. Me pregunto sobre perder o ganar, tiempo. Me pregunto sobre los hijos que no he tenido. Me pregunto sobre la tierra yerma.
Preguntas sin respuestas. Ojos que no ven, que nunca vieron. Me pregunto si te llega mi pequeño amor que nunca se expresa, agazapado entre zarzas, abrazado a mi bicicleta de niño. Me pregunto, preguntándote, ahora que no estás más, que ya nunca estarás. Me pregunto porqué la vida quiso que coincidiéramos, que fuéramos hermanos, amantes, hijos, padres. Porqués y porqués entre los ojos que no ven.
Y me pregunto qué éter circula por el aire translúcido.