Yo, que solo he encontrado en mi fotografía la vitalidad de lo analógico, y las propiedades irrepetibles del formato 35mm en blanco y negro, no puedo resignarme a la agonía de este movimiento fotográfico. Siento como si yo mismo tuviera los días contados. No puedo pensar en proyectos de futuro porque sigo sin verme a mí mismo en el lenguaje digital. ¿Qué sería del arte si la pintura estuviera destinada al acrílico porque súbitamente el óleo desapareciera del mercado? ¿Qué pasaría con Antonio López si le arrebataran sus pinceles? ¿Qué sería de Madrid sin la aportación de Castro Prieto, García Rodero o García Alix?
La vida de un fotógrafo -como la de todo artista- es sumamente sacrificada y la carrera en sí misma es más de dolor que de satisfacción. Hemos comprendido que crear es una necesidad vital, hemos estado dispuestos a luchar contracorriente, a gastarnos todas nuestras pelas en materiales aunque luego nadie nos compre la obra, en fin, hemos estado dispuestos a morir en el intento.... ¿Es justo que ahora nos corten así la cabeza?
Creo que eso también es violencia y veo con tristeza que nadie lo denuncia, que han conseguido enmudecernos.